viernes, 11 de noviembre de 2011

"El atlas esmeralda" de John Stephens

Forma parte de la trilogía Los libros del origen y la han comparado con sagas de culto como Harry Potter o Una serie de catastróficas desdichas de Lemony Snicket.
Cada libro de esta trilogía se centra en un libro del Origen y, al mismo tiempo, en uno de los tres niños protagonistas.
El atlas esmeralda está protagonizado por Kate, la mayor de los hermanos, y su vínculo con el Atlas del Tiempo. La vida de los tres chicos, Emma, Michael y Kate, transcurre de orfanato en orfanato desde que sus padres, diez años atrás, los abandonaron misteriosamente, dejando a Kate la responsabilidad de cuidarlos y la promesa de regresar algún día. Cada uno de ellos es completamente diferente: Kate, la mayor y, por tanto, más responsable y protectora; Michael, el cerebrito obsesionado con los enanos; y Emma, la inconformista y rebelde Emma.
Sin duda, los personajes son uno de los fuertes de este libro. El trío protagonista es interesante, llamativo; cada uno de los niños tiene algo especial. Los chicos, que habían desistido hacía tiempo en su propósito de encontrar un hogar estable, ven como última oportunidad el orfanato de Cascadas de Cambridge, un lugar del que nadie parecer haber oído hablar. Tras explorar el sitio, observan con tristeza que el paisaje está muerto, carente de la vida que pudo albergar tiempo atrás. De esta manera comienzan a preguntarse qué ocurrió en ese sitio: ¿por qué no hay niños?, ¿por qué tampoco hay vegetación ni animales?

Los chicos tendrán oportunidad de resolver todas las incógnitas cuando encuentran un misterioso libro de color esmeralda que los transporta al Cascadas de Cambridge de quince años atrás. Lo que ellos no se esperaban era encontrarse con una condesa que tiraniza a la gente del lugar, en su propósito por encontrar un misterioso libro que resulta ser el Atlas del Tiempo. A partir de ese momento, los niños se verán involucrados contra su propia voluntad en esa batalla que les incumbe mucho más de lo que ellos pueden llegar a imaginarse...

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